Emergí de las napias ayudado de esa extremidad articulada que se usa para tantas cosas; no supe a qué hora fue pero aun se alcanzaba a percibir un dejo de luz filtrándose por la ventana, sorpresivamente pude verlo ya que mi masa amorfa de células calciformes poco tiene que ver con el humor acuoso, retinas y otras cosas que componen los ojos.
También me doy cuenta que puedo razonar. Me transporto adherido a quién me desaposentó de mi natural morada. Pero de pronto hay violentas sacudidas: primero una y luego otra y otra, hasta que salgo despedido con rumbo desconocido a una velocidad vertiginosa. Me detengo en seco y mis ganas de vomitar son insoportables, pero la falta de estómago hace que no haya nada que vomitar.
Veo a las personas desplazarse en un ángulo extraño y a los bichos pasar junto a mi esporádicamente, creo que estoy pegado a una pared. Los rayos del sol cada vez son más intensos y tratan de alcanzarme como si estuvieramos en una competencia muy muy lenta. Finalmente el calor y la luz me abrazan tiernamente, es reconfortante.
Pero una idea terrible acapara mi mente: ¡¿qué pasa con mi humedad natural?! Me lleno de pánico al pensar en un inevitable y lento final, pienso en todas las cosas que me hubiera gustado realizar en mi libertad; creo que hasta la mosca común tiene más tiempo para gozar de la vida. Pero ya no importa, al final de cuentas nadie me recordará, es como si no hubiera existido, no tengo nada a qué aferrarme. Cuanta paz.
Acepto mi próximo desenlace reposado en esta pared que ahora llamo "mi última morada", tal vez me hubiera gustado una última cena. Me deshidrato rápidamente, pierdo color y parezco cada vez más un lunar de un color muy poco común para un lunar, pero pegado en una pared. Al menos pude volar.
También me doy cuenta que puedo razonar. Me transporto adherido a quién me desaposentó de mi natural morada. Pero de pronto hay violentas sacudidas: primero una y luego otra y otra, hasta que salgo despedido con rumbo desconocido a una velocidad vertiginosa. Me detengo en seco y mis ganas de vomitar son insoportables, pero la falta de estómago hace que no haya nada que vomitar.
Veo a las personas desplazarse en un ángulo extraño y a los bichos pasar junto a mi esporádicamente, creo que estoy pegado a una pared. Los rayos del sol cada vez son más intensos y tratan de alcanzarme como si estuvieramos en una competencia muy muy lenta. Finalmente el calor y la luz me abrazan tiernamente, es reconfortante.
Pero una idea terrible acapara mi mente: ¡¿qué pasa con mi humedad natural?! Me lleno de pánico al pensar en un inevitable y lento final, pienso en todas las cosas que me hubiera gustado realizar en mi libertad; creo que hasta la mosca común tiene más tiempo para gozar de la vida. Pero ya no importa, al final de cuentas nadie me recordará, es como si no hubiera existido, no tengo nada a qué aferrarme. Cuanta paz.
Acepto mi próximo desenlace reposado en esta pared que ahora llamo "mi última morada", tal vez me hubiera gustado una última cena. Me deshidrato rápidamente, pierdo color y parezco cada vez más un lunar de un color muy poco común para un lunar, pero pegado en una pared. Al menos pude volar.
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